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Escrito por
Norman
el
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- Morpheus: Do you believe in fate, Neo?
- Neo: No.
- Morpheus: Why not?
- Neo: Because I don't like the idea that I'm not in control of my life.
Nací en chicago. Hija de Jasmin y Clarence Hardick. Les gusta decir que me concibieron luego de una cita romántica en San Valentín. Soy fruto de su amor. Cuando cumplí un año, China denunció que Alemania estaba incubando terroristas con la finalidad de acabar con Guangzhou. Dos años después ambos paises entrarían a la guerra. No fue sino cuando cumplí trece que China impuso un reino del terror en Europa, pero a mí no me importaba mucho: ya le había dado mi primer beso a Hunter Wang, iba a cine sola, y mis padres me daban dinero regularmente. La vida era fácil.
Cuando comencé a estudiar en la prepa se supo que la guerra no había tenido tantas bajas. A duras penas 1.764 muertos, con casi nueve mil heridos. Lo supe en internet. Comenté sobre lo idiota de la guerra, y me dieron siete likes. Así pasaba mis días.
A los 18, ya con licencia de conducir, y un poco más experimentada en todo, los Estados Unidos revocaron la democracia, y declararon el totalitarismo. Era difícil burlarme de eso en las redes sociales, así que no lo seguí haciendo. En la biblioteca de la ciudad encontré a un chico bastante apuesto, y salimos en una cita. A raíz de esto me llevaron a la cárcel, porque él era menor de edad. Decidí ser representada en el juicio por un defensor de oficio, porque mis padres, a pesar de ser generosos conmigo, no tenían dinero. Perdí el trabajo en el supermercado. La depresión me llevó a crear una revuelta en la prisión. Entre varias internas, diecisiete, me rompieron toda.
El año siguiente fui libre. Seguí con depresión. No entiendo por qué insistí en robar el mismo Ford Mustang durante varias horas, hasta que un rapero me denunció a las autoridades. Volví a la cárcel, por seis años, con cuatro adicionales por las revueltas que incité, y de las que salí mal librada. La vida era dura, pero esas pruebas me hicieron más bella que nunca. Siempre he sido un poco tonta, y algo fea. Pero encerrada no. Comencé a sufrir de E. Coli, y diferentes tipos de hepatitis. Me desquité con mis compañeras en prisión. Una murió. Añadieron 14 años a mi sentencia.
Cuando cumplí 32 años mi padre se había retirado de su trabajo. A mis 39 murió, de cáncer. Encerrada probé cuanta droga me dieron. Un tiempo después mi madre murió, y me dejaron de herencia U$329.493, lo que me sirvió, por fin, para pagar un abogado decente. Pero las apelaciones fueron anuladas. Tuve que pasar 33 años en la cárcel, hasta que morí por complicaciones relacionadas con malaria.
La vida no es fácil.
Bitlife es un juego para teléfonos inteligentes. En este juego simplemente tomamos las cartas que nos dan. He sido una mujer, americana, hija de clase media, y un español, burgués. El juego nos entrega a una vida con ciertas condiciones, y vemos pasando los años, siendo esta la parte que hace avanzar la historia, hasta que podemos comenzar a tomar ciertas decisiones. Por ejemplo, a los 4 años me llevaron al médico para que no muriera de una fiebre. A los 6 conseguí un amigo. a los 15 conocí a la mujer que me dio nueve hijos, pero me casé con otra a los sesenta, algo que no me perdonó nunca mi hija mayor, a la que abandoné cuando ella tenía 31 años.
Isaac fue un hombre bueno. Creo. |
Dentro de lo que va sucediendo en Bitlife hay varias opciones generales que afectan un poco lo que pasa en nuestra vida. El hecho de que China le ganara a Alemania la guerra hizo que varios de los compañeros que encontré, siendo Natalie, tuvieran un apellido oriental. Cuando me tocó ser Isaac estuve en el ejercito, pero fui despedido al sufrir de depresión por tener nueve hijos, una deuda enorme por estudiar en la universidad, y demás opciones que se van destapando apenas uno alcanza cierta edad. Entre estas opciones hay algunas que cuestan dinero (pero dentro del juego), y otras que son gratuitas. No hay una dependencia de sistema moral para acceder a ellas. Me explico: puedo cometer un crimen, si quiero, o puedo meditar, así me aburra y me deprima. Todo acto tiene una consecuencia. El mayor defecto de este sistema es que entre las opciones sociales, como ir a cine, al bar, utilizar una red social (es decir, lo que tiene mayor peso para afectar a nuestro personaje) se despliega una ventana de publicidad que no se puede cancelar. Hay que someterse a la propaganda completa, lo que puede leerse como una burla de esta sociedad tan consumista que nos tocó.
El promedio para las vidas es de unos veinte minutos, lo que es bueno para distraerse, pero malo si uno quiere ver varios escenarios, ya que dependería bastante de la publicidad implícita en la app. Es un juego al que vale la pena echarle un ojo. Lo hice por un post en Kotaku, que abría su artículo alegando una milagrosa cura para el cáncer de pene.
Sí, todos los escenarios aquí descritos sucedieron en el juego, sin exageraciones. Tal vez ese sea su mayor atractivo. Puede que sea el único, también.
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